
La reciente partida de la embajadora alemana en Chile, Irmarg María Fellner, después de 2 años de trabajo en nuestro país, ha puesto de relieve no solo las diferencias culturales entre países, sino también cuestiones cruciales sobre memoria histórica y justicia en el contexto chileno. Uno de los aspectos culturales que más le ha llamado la atención es que se permita el uso de símbolos nazi.
En Alemania vestir o exhibir símbolos del partido Nacional Socialista es penalizado. En este marco, el 17 de julio, conmemoramos el día de la Justicia Penal Internacional, marcando la adopción del Estatuto de Roma en 1998 y la creación de la Corte Penal Internacional. Chile ratificó este estatuto el 11 de septiembre de 1998, comprometiéndose así a perseguir crímenes de genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad a nivel global.
Sin embargo, este compromiso contrasta con realidades internas preocupantes. Aunque el país ha avanzado en la adopción de estándares internacionales de justicia, persisten sectores que glorifican el genocidio de la dictadura militar, ignorando la memoria histórica y desafiando la reconciliación nacional. Pero hay un capítulo aún más oscuro y olvidado: el genocidio de los Selknam.
A principios del siglo XX, aproximadamente 1,000 indígenas Selknam fueron sistemáticamente asesinados en Tierra del Fuego. Considerados obstáculos para el desarrollo económico fueron víctimas de una campaña impulsada por terratenientes y ganaderos cuyos intereses prevalecieron sobre los derechos humanos y la vida indígena. A pesar de intentos de justicia, los responsables intelectuales y financieros nunca enfrentaron consecuencias significativas. Los procesos judiciales resultaron insuficientes, permitiendo la impunidad de aquellos involucrados.
Esta impunidad histórica deja una marca profunda en la conciencia nacional. Mientras se avanza hacia estándares internacionales de justicia, como la ratificación del Estatuto de Roma, persiste una deuda pendiente con la memoria de los pueblos originarios y la justicia histórica en Chile. Reconocer y abordar el genocidio Selknam es fundamental para sanar las heridas del pasado y avanzar hacia un futuro más justo y equitativo.
Las reflexiones de la embajadora Fellner nos recuerdan la importancia de enfrentar nuestra historia con valentía y responsabilidad. Chile tiene la responsabilidad moral de confrontar su pasado, tanto en términos del genocidio Selknam como en la consolidación de estándares internacionales de derechos humanos y justicia penal. Solo así podremos construir un país donde la justicia y el respeto por la diversidad sean fundamentos sólidos de nuestra sociedad.
Lorena Alarcón Jacque
Ingeniero Comercial
Directora Fundación InnovaPaís
Miembro de la Confederación Económica Mapuche
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