
Con diversas publicaciones a nivel internacional, Kütral toma la palabra y la transforma en una experiencia artística que interpela a la cultura colonial, reclamando una historia que no se debe olvidar.
En conversación con infonovena, nos cuenta de su trayectoria, complejidades y reflexiones en torno a ser un cuerpo mapuche en la contemporaneidad.
– ¿Cómo inicia tu trayectoria en el arte?
Mi camino por el arte comienza en la escritura, la poesía particularmente, para luego cruzar las imágenes poéticas hacia nuevas formas expresivas. La palabra se desbordó hasta materializarse en performance, instalación, fotografía, video e incluso música. Eso me lleva al desarrollo de proyectos diversos que involucran los cuerpos, la producción en masa, la memoria, la experiencia de ser un cuerpo mapuche en la contemporaneidad, los procesos íntimos y químicos de mi transición, entre otros.
Más allá del viaje que ha sido el arte todos estos años, me considero una poeta. Siempre busco hacer imágenes que aludan mucho más allá de lo literal, que hagan crear procesos distintos en cada persona que experimenta las obras, haciendo de la experiencia artística un territorio para habitar.
– ¿Cómo visualizas la diáspora mapuche que emerge desde las diversas creaciones artísticas?
Pienso que el recorrido y movimiento de los cuerpos mapuche dedicados al arte nos ha hecho un cuerpo fuerte y creativo que se cuestiona el mundo, pero no desde el privilegio, sino desde una perspectiva diferente; marcados por el flujo de experiencias de cambios de territorio, que a la vez generan cambios rotundos en las visiones particulares. Y no sólo las personas que crean arte, sino que pienso en todo mapuche que se vio forzado a salir de su territorio a trabajar a las ciudades o las mujeres que hicieron de las labores de limpieza de hogares una forma de trabajo racializada.
Lo que he podido apreciar como espectadora y amante de las creaciones de mis pares, ha sido presenciar temas como la soledad, la política, las ideas de retornar o transformar nuestros entornos, los pewma, el tiempo, la violencia, la precariedad, entre otras cosas; y siempre destaca una fuerza preciosa que va acompañando los trabajos de les artistas mapuche que admiro. Podemos ver esto en los referentes tanto previos a nosotros y sus viajes, escrituras y relatos de vida, como en la actualidad. Pienso desde un Pascual Coña hasta una Daniela Catrileo o Shakin Huaiquil e infinidad de nombres que incluyen este territorio creativo. Artistas mapuche hay en diversas partes del mundo y de lo que es hoy Chile y Latinoamérica. Quiero creer que, más que diáspora, somos una nación que se expande en resistencia al robo colonial que ha sufrido.
– En tus obras yace muy presente el cuerpo. En ese sentido, ¿cómo se va configurando el cuerpo mapuche para ti?
La experiencia de un cuerpo mapuche no creo que sea homogénea, por ende podría hablar desde la propia. Este cuerpo se ha ido configurando desde una infancia rural hacia una adolescencia citadina, para luego en la adultez temprana descubrir la propia nación que vive en ti. Generar el camino hacia el entendimiento de una historia común, sentires comunes. Hacer trabajar los procesos que nos fueron convirtiendo en lo que somos hoy e ir aprendiendo de los registros de la historia que han ido reescribiendo generaciones mapuche previas a la mía. Pensar la precariedad, las formas del trato, la discriminación, así como también el goce de ir aprendiendo sobre una raíz que todos esos cuerpos comparten y que nos hacen conectar en diversos puntos, como si de un ecosistema se tratara. Me gusta pensar el cuerpo mapuche como una colectividad, como un bosque y sus particularidades que enriquecen las interacciones entre cuerpos.
– Siendo creadora disidente y mapuche, ¿cómo ha sido posicionarte en los distintos espacios artísticos?
Ha sido un proceso largo, que a la vez es colectivo. Cuando pienso en cómo les artistas mapuche hemos ido disputando espacios con el resto de los creadores que generalmente suelen venir de espacios de privilegio, es complejo ya que, en mi caso, siempre me sentí en desventaja. No terminé mis estudios universitarios y ello hizo que, por ejemplo, no pudiera optar a ciertos lugares o “escenas”. A la vez, posicionar una idea en un espacio, a final de cuentas, es la suma de estrategias creativas y la fuerte convicción de que hay un discurso o una visión que desea vehementemente ser mostrada. Esa porfía me motiva generalmente para construirme en este espacio del arte, agregar a esto que nunca estamos solos en estos procesos y que las alianzas de amistad son las que nos fortalecen y dan abrigo cuando las situaciones son complejas.
– Recientemente realizaste una intervención en el marco del día de la visibilidad trans, titulada “Nuestro turno”, ¿cómo fue desarrollar está obra y con qué reflexiones quedas tras ésta?
Fue un desarrollo intenso, ya que venía de exponer una obra previa llamada Tropel en la muestra Desyegüadas, una curaduría realizada por Seba Calfuqueo en Espacio2018 y que nos puso a reflexionar sobre lo que se considera la primera manifestación por los derechos de las personas dentro del colectivo LGTBQIA+ en Chile y donde se homenajea la valentía de estas personas, quienes muchas de ellas dedicaban su tiempo a labores de trabajo sexual y se atrevieron a responder a una sociedad que intentaba apagar su llama, y ahora quedan algunos sobrevivientes. Estas personas, quienes se manifestaron lo hicieron por el asedio policial, la violencia y la invisibilidad de sus cuerpos; hicieron notar su descontento prologando, ese grito hasta hoy, donde se cumplen 50 años de este hecho.
Luego, llegó el momento de concretar la propuesta del Área de Mujeres y Diversidad de la Ilustre Municipalidad de Valdivia, quienes me invitaron a generar una propuesta para celebrar y cuestionar al público con respecto a nosotres, las personas trans. Desde ahí, junto al equipo del Área de Mujeres y Diversidad y mi colega de labores en diversas instancias, Mathias Reimann, se realizaron 4 acciones; 1 instalación que consistía en 1080 recetas médicas levitando en medio del edificio municipal y que pretendía demostrar la magnitud de ser un cuerpo trans y las problemáticas con respecto al sistema de salud público. Las recetas generaban la suma de un tratamiento de remplazo hormonal por la cantidad de 90 años. Las cifras en ese sentido eran necesarias para conjeturar una manera de mostrar la importancia de garantizar derechos, tanto de salud, laborales y resguardo para personas trans, travestis y no binarias.
También, en la farmacia ambulatoria del hospital se realizó una instalación con dispensadores de números intervenidos conmemorando la fecha y el día 31 de marzo. Todas las recetas que fuesen entregadas tenían la bandera trans y una pequeña consigna que conmemora el día de la visibilidad, a esto se sumó un taller dictado por Mathias Reimann, licenciado en Ciencias Jurídicas, quién llevó a los asistentes a analizar el sistema de salud y las posibles estrategias para producir acciones ciudadanas y comunitarias que nos lleven a idear un buen vivir para muches más. Sumado, además, a su propia experiencia acompañando como amigo mi transición.
Hay una motivación tanto profesional como de relaciones humanas que nos hace colectivizar una acción que, sin su ayuda y la de más personas, no habría sido posible.
– En tus creaciones está presente “el ejercicio de memoria”, ¿Cómo vinculas performance y este ejercicio?
La idea de performance comenzó a desbordarse y pensaba el cuerpo y sus procesos en otra clave, requería de algo diferente que le hiciera sentido a mi experiencia; desde ahí nació el ejercicio de memoria. Fue un terreno incómodo donde la creatividad, motivada por diversos cruces como la biografía, el resentimiento, la energía o la ritualidad, me llevaban a sentir un proceso en que acciones repetitivas y prolongadas agotan mi cuerpo y tatúan esa memoria para no perderla. Es pensar los procesos como una herida y su belleza dibujada por una misma, haciendo resurgir la historia en su tajo latente, dando la fuerza necesaria para cargar con el peso de la historia.
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Entrevistó Theo Valenzuela Quiñeñir, periodista.
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